Nadie en la industria sabe qué va a pasar cuando se estrene Sucker Punch el próximo 25 de marzo en medio mundo.
Alejado de los remakes (Amanecer de los muertos) o adaptaciones de éxitos contrastados (Watchmen, 300) que le han convertido en uno de los niños bonitos de la Warner Bros, Zack Snyder se la juega con el proyecto más personal de su corta pero intensa carrera.
Emily Browning, Jena Malone y Vanessa Hudgens son algunas de las protagonistas de una fantasía dirigida y coescrita (por primera vez escribe el guión de una de sus películas) por Snyder.
En cierto modo Sucker Punch se podría vender como el Origen del director de 300: ambas apuestan por conceptos totalmente originales y que giran en torno a la relación entre el mundo de los sueños y la realidad.
No viene mal tampoco la referencia a Christopher Nolan, creador de la idea original y productor del inminente reboot de Superman, la próxima película como director de Snyder.
Sucker Punch nos lleva hasta la America de los años 50, cuando una chica es internada por su padrastro en una institución psiquiátrica para que le practiquen una lobotomía.
Mientras espera, su imaginación crea una realidad alternativa de lo más explosiva y guerrera que podría salvarla de su dramática situación real.
Aliándose con otras chicas en su misma situación, deberá robar cinco objetos que la ayudarán a escapar antes de que un hombre malvado la viole.
La lluvia de anuncios promocionales de la película resalta el lado espectacular y más sexy de una propuesta visualmente fascinante, la calidad más inherente a la filmografía de Snyder, un cineasta cuyas brillantes puestas en escena a menudo han terminado dejando de lado la propia narrativa del film.
Esperemos que no pase lo mismo con Sucker Punch, una cinta que se merece la atención aunque sólo sea por el riesgo tomado por todos los que han participado en ella.
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