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Lost: Toda la historia (I)

Ahora que Lost ha acabado y el temporal de opiniones sobre el final ha amainado, es el momento de volver la vista atrás y echar un vistazo a la serie en su conjunto, analizando toda la historia.
Por ello, lo que os ofrezco aquí es el post más ambicioso que he realizado sobre nuestra serie favorita: la historia completa de Lost, por orden cronológico.

Es decir, este post va a tratar de ordenar todo lo que sabemos y, a grandes rasgos, explicar la historia de Lost siguiendo un orden cronológico, y captando las principales relaciones entre los diversos momentos de la historia, y las causas y efectos de lo acontecido.

No hace falta decir que hay diversos huecos de la historia que se prestan a la interpretación, y es eso lo que he hecho, siempre tomando la opción más lógica considerando lo que nos han mostrado.
Así pues, esto no es una historia sagrada que deba ser tomada al pie de la letra, sino mi visión de la historia.
Lógicamente un post tan largo resultaría muy indigesto, así que os lo voy a ofrecer en cinco cómodas dosis a razón de una cada lunes y cada viernes a esta misma hora.

Por lo tanto aquí comienza esta particular pentalogía de Lost.
Señoras, señores, sistas, brothas, he aquí la historia más grande jamás contada en la televisión, la historia de Lost.
En el principio, puesto que siempre hay un principio en todas las historias, existía una energía, una luz, que era la fuente de toda vida, la luz de la vida, la muerte y el renacimiento.
No me preguntéis de dónde venía esa luz, puesto que cada nueva respuesta llevará a una nueva pregunta.
Pero esa luz es la que lleva todo ser vivo en su interior, y no es ni buena ni mala, sino que todo depende de su uso, y de su abuso.
O mejor dicho es a la vez buena y mala, una unión de contrarios, como el yin y el yang, y encierra dentro luz y oscuridad.
Esta energía estaba en el corazón del planeta, pero en diversos lugares se focalizaba de una manera más fuerte; lugares especiales repartidos por toda la faz del planeta que desde siempre captaron el interés de los curiosos humanos, en especial por las propiedades electromagnéticas que parecían ir ligadas a la luz.
Sin embargo, había un lugar más especial que el resto, el foco de toda esa energía, de esa luz: la Isla.
La Isla era simplemente el lugar donde la luz de la vida se manifestaba de forma más poderosa, y en su corazón parecía estar el núcleo de esa energía.
Y el lugar de la Isla que conectaba con ese núcleo era la Fuente, que canalizaba toda esa energía, con una piedra que ejercía de sello y mantenía como un tapón el constante fluir del agua mezclada con la energía.
Su importancia era tal que, si alguna vez llegaba a desaparecer de allí esa luz, si llegaba a desconectarse, se apagaría en todo el planeta, y llegaría el fin de toda la vida.
Además, si realmente contenía tanto la luz como la oscuridad, esta oscuridad debía estar confinada en la Fuente para no causar grandes desgracias.
El poder de la vida y de la muerte estaba en esa luz, y eso hacía de la Isla un lugar especial donde los muertos vagaban en una especie de limbo y sólo se manifestaban en forma de susurros.
Así pues, como era tan extremadamente importante mantener la Fuente a salvo, unos seres se convirtieron en los Guardianes de la Fuente, y de la Isla.
Quién sabe si esos seres en su origen eran humanos o no.
Si tendrían cinco o cuatro dedos.
Lo que importa es que durante eras incontables protegieron la Isla de la codicia de los humanos.
Y llegados a la era antigua, esos Guardianes ya eran humanos, pero humanos especiales, puesto que gozaban del poder de la Isla, vivían innumerables siglos sin envejecer y sus palabras se hacían leyes en ese lugar mágico.
Finalmente, en pleno imperio romano, hace dos mil años, sólo quedaba uno de ellos, una mujer, la última de los Guardianes.
Nadie sabe cuánto tiempo llevaba desempeñando su cargo, pero deseaba descansar.
Hasta que al fin vio su oportunidad al encontrar dos niños humanos, uno de los cuales podría ser su sucesor, su sustituto.
Y ahí empezaron los problemas.
Sus nombres eran Jacob y Samuel, pero el nombre del segundo se perdió para la historia y se le conocería por muchos nombres, entre ellos el de Adversario, puesto que fue el rival de Jacob, y el de Hombre de Negro, ya que éste era el color de su indumentaria, en contraposición a los tonos claros de su antagonista.
Jacob y Samuel eran hermanos, hijos de una mujer, Claudia, que llegó del otro lado del mar, en este caso el Mediterráneo, puesto que la Isla siempre ha tenido ubicaciones diversas.
Y no llegó sola, sino con otros humanos que se establecieron en la Isla.
Pero la Guardiana decidió matar a Claudia y criar esos niños como propios, ocultándoles que había un mundo exterior.
En su afán de protección, incluso llegó a pronunciar un hechizo conforme al cual los dos hermanos no podrían dañarse el uno al otro, jamás.
Jacob era bondadoso y obediente, un alma sencilla; en cambio Samuel era especial, más despierto y curioso, inquisitivo, pero en su ansia de conocimiento no le importaban los métodos utilizados.
Y así fue como, entre partida y partida de Senet, en ese Jardín del Edén que era la Isla entró la tentación, en este caso en forma del espíritu de su verdadera madre, Claudia, que se apareció a Samuel y le mostró la verdad sobre sus orígenes.
Lo que no sabemos es si era realmente el alma de Claudia que Samuel podía captar por ser especial, o algo mucho más siniestro, quizás una manifestación de la maldad y la oscuridad que podía existir en la Fuente, y que deseaba escapar de su prisión.
Y vio en Samuel la oportunidad perfecta.
Para reunirse con su gente, y llegar a conocer su verdadero hogar, su lugar de origen más allá del mar, Samuel dejó a su madre adoptiva y a su hermano, y se fue a vivir con los colonos humanos, aunque ella le dijo que jamás podría abandonar la Isla.
Pronto comprobó que esos humanos eran codiciosos y egoístas, como su desconfiada madre Guardiana le había advertido, pero siguió con ellos porque quería aprovecharse de sus conocimientos.
En cambio, Jacob, más optimista, observaba en la distancia a los humanos y veía en ellos cualidades, tenía fe en ellos.
Samuel, ayudado por los curiosos humanos, quiso encontrar la Fuente que la Guardiana una vez le había enseñado y, al no poder hacerlo, decidió buscar otra manera de controlar la energía de la Isla para poder huir de ella.
Así fue como ocurrió la tragedia.
Ayudado por los colonos, Samuel excavó un pozo que llegaba hasta una de las bolsas de energía de la Isla e instaló una rueda que permitía controlar el flujo del agua que llegaba hasta la Fuente, por la que fluía la energía.
Con esa rueda, en teoría, podría salir de la Isla, además de desplazarla, como se vería más adelante.
La Guardiana no podía permitirlo y destrozó su obra y aniquiló a su gente.
Previendo la fatal reacción de Samuel, se apresuró a entregar sus poderes a Jacob en una ceremonia en la que lo que importaba eran las palabras, el hecho de pasar su cargo de Guardián a Jacob, y que él aceptase, aunque no tenía más remedio, y en el fondo se sabía segunda opción, puesto que siempre creyó que su madre prefería a Samuel.
Tal vez fuese así, pero está claro que la Guardiana comprendió en ese momento que el adecuado para el cargo siempre había sido Jacob.
Y Samuel, loco de rabia, no pudo hacer otra cosa que matar a su madre adoptiva con una daga, a pesar de que la amaba, y ella le agradeció que la liberase de su pesada y eterna carga.
Al llegar y ver la trágica escena, el pacífico Jacob estalló por fin de furia y golpeó a su hermano, al que arrastró hasta la Fuente, cuyo emplazamiento conocía por ser el nuevo Guardián.
En virtud del hechizo de su madre no podía matar a Samuel, pero decidió darle, en un arrebato de rabia, un destino peor que la muerte: lanzarlo a la Fuente, a la que ningún humano podía acceder sin sufrir las consecuencias.
Y ese fue el error fatal de Jacob, porque al lanzar a Samuel a la Fuente el mal que había estado agazapado en ella toda la eternidad pudo escapar al fin.
El cuerpo de Samuel quedó vacío, una carcasa sin vida, pero su alma, su consciencia, se unió a ese mal, a esa oscuridad, y formó un monstruo imparable que pudo salir de la Fuente y sería el azote de la Isla, y del mundo si alguna vez llegaba a escapar: el Humo Negro.
Poco pudo llorar Jacob la muerte de su madre y de su hermano, puesto que al poco tiempo el Humo Negro apareció ante él, y como podía tomar cualquier forma, especialmente la de los muertos, ya que era el aspecto de la energía ligado a la muerte, eligió la forma de Samuel, porque al fin y al cabo eran su consciencia, su odio, su rabia, las que ahora animaban esa oscuridad.
Insistió a su hermano que sólo quería salir de la Isla y volver a su hogar, pero Jacob sabía que las consecuencias serían catastróficas, y no podía permitirlo.
Sin embargo, menos aún pensaba el Adversario dar su brazo a torcer.
Así empezó el juego.
Como Guardián de la Isla, Jacob era el que tenía el poder para imponer sus propias reglas, ya que la Isla era su propio juego, y el Adversario debía acatarlas.
Durante siglos, Jacob se empeñó en demostrarle a su hermano, o lo que había sido su hermano, que estaba equivocado, que los humanos eran buenos por naturaleza, y se dedicó a atraer humanos a la Isla para que su rival viera que podían progresar.
El Adversario opinaba que lo único que hacían era corromperse, pelearse, destruirse, pero Jacob pensaba que al menos todo lo que sucedía en medio era progreso.
Cada uno tenía su visión y no pensaba cambiar de opinión, y al Adversario le hastiaba esa demostración inútil de Jacob, así que cuando no eran los mismos humanos los que se destruían entre sí, era él quien los aniquilaba como vengativo dios de la muerte.
Jacob no podía defenderlos, porque se había propuesto no intervenir, ya que consideraba que los humanos debían progresar por su propia elección, sin influencias externas.
No quería nada impuesto, como hacía su madre.
Y tal vez pensaba que si convencía a su hermano de este progreso lo redimiría y lo salvaría.
Y lo recuperaría.
El odio del Adversario acabó focalizándose en Jacob, esa figura que se empeñaba en tenerlo atrapado en la Isla ofreciéndole ridículas demostraciones de progreso humano.
Estaba cansado de su estúpido juego, y tuvo claro que si quería salir de la Isla tenía que matarlo, porque mientras hubiera un Guardián no podría dejar la Isla.
Pero por culpa de las leyes del lugar, de ese hechizo de la Guardiana, no podía matarlo directamente.
Debía encontrar un atajo, un vacío legal, un “loophole” para matar a su hermano a través de un tercero.
Y finalmente, en 1867, llegó su primera oportunidad: un esclavo de Tenerife con sospechoso acento cubano que se llamaba Ricardo.
Ricardo era un pobre hombre lleno de fe que arrastraba una tragedia personal, puesto que había perdido a su querida mujer Isabella.
El barco en el que viajaba como esclavo, el Black Rock, llegó tras una tormenta hasta el centro de la Isla, destruyendo de paso una estatua de la diosa de la fertilidad Taweret cuya base Jacob había tomado como residencia habitual.
Como siempre, el Adversario se apresuró para dar una mortal bienvenida a los tripulantes, y acabó con todos ellos.
Pero en su forma de Humo Negro tenía el poder de examinar las consciencias y los recuerdos, y vio que Ricardo era un hombre muy creyente que tenía miedo de acabar en el infierno por sus pecados y que amaba a Isabella con locura.
Así que aprovechó su capacidad de adoptar formas para aparecer como Isabella y convencerlo de que esa Isla era el infierno y que el diablo se la llevaba.
Luego no tuvo más que aparecer como Samuel para convencer al tinerfeño de que Jacob era el diablo, y había que matarlo.
Con la misma daga con la que él mató a a su madre.
Su “loophole” parecía a punto de hacerse realidad.
Con lo que no contó el Adversario fue con que Ricardo no era demasiado buen guerrero y fue desarmado por Jacob en seguida.
Tras hacer entrar en razón al pobre hombre, Jacob le explicó que esa Isla mantenía encerrado el mal, como una botella con su corcho el vino, y había que protegerla, y le habló de su competición con el Adversario.
A Ricardo le pareció que no era justo que, mientras que el Adversario usaba todos los trucos a su alcance, Jacob no pudiera intervenir.
Jacob, que tal vez no había intercambiado opiniones con ningún ser humano en siglos, pensó que aquel hombre podía tener razón, y decidió hacer algo para equilibrar un poco el juego: convertir a Ricardo en su consejero y en un guía para los nuevos humanos que llegaran, y a cambio le dio la juventud eterna.
Así fue como Ricardo, que acabaría siendo conocido como Richard Alpert, se convirtió en el primer líder de los Otros, los habitantes humanos que se establecieron con éxito en la Isla a partir de ese momento, y que serían llamados así por los nuevos colonos que llegasen a la Isla.
Y el Adversario, que no soportaba más fracasos, tuvo claro que seguiría adelante con su plan, incluso si era necesario destruir la Isla, esa botella que contenía el vino de la oscuridad.
Pasó el tiempo, y nuevos seres humanos iban llegando, aunque claramente se vio una división entre los Otros, los seguidores de Jacob comandados por Richard Alpert, y los humanos que cada vez con más frecuencia llegaban a la Isla para aprovecharse de sus cualidades.
El Adversario siguió esperando otra oportunidad de usar su “loophole”, y Jacob, tras ver el primer intento frustrado de su hermano de matarlo, decidió que debía buscar candidatos para sustituirle en caso de que el Adversario lograse su objetivo.
Unos candidatos que, según las reglas que él imponía, el Adversario no podría matar, por su condición de posibles futuros Guardianes.
Para buscar a esos candidatos y observar sus vidas, Jacob usó un antiguo Faro en el que, a saber por qué misteriosos cálculos, asignó a una rueda 360 apellidos, los nombres de esos candidatos escogidos de entre toda la humanidad.
Y con el Faro podía observar sus vidas cuando apuntaba al número seleccionado.
Cosas de la Isla.
Mientras, el Adversario, viendo las intenciones de Jacob, decidió seguir de cerca la búsqueda de candidatos, y en una Cueva se dedicó a grabar sus nombres y los números asignados, para irlos tachando a medida que quedaban fuera de juego, o porque murieran o porque no fueran aptos para el puesto.
Esto marcó el inicio del periodo de mayor competición dentro de la Isla: la carrera de Jacob para encontrar un sustituto y del Adversario para encontrar un “loophole” había empezado.
Acabarían encontrando uno a un obsesivo doctor y el otro a un cazador místico, dos de sus piezas decisivas, pero eso sería mucho más tarde.
Y mientras la partida se recrudecía, Jacob fue haciéndose consciente de que su hermano era ya irrecuperable, se dio cuenta de que jamás podría convencerlo ni redimirlo.
Y, anteponiendo el bienestar del mundo a sus sentimientos, decidió crear un plan B, un último recurso en el caso de que el Adversario consiguiese no sólo matarlo a él, sino a todos los candidatos, y no quedase nadie para ocupar el puesto de Guardián, lo único que impedía que el Adversario escapase.
Ese último recurso era una medida desesperada, un humano especial que no estuviera reservado para ser su sustituto, sino para una tarea aún más importante: ser el arma con la que destruir al Adversario si todo lo demás fallaba.
Debería ser un humano especial que no fuera afectado por el electromagnetismo mortal de la Fuente y pudiera retirar la piedra, el sello que mantenía fluyendo la energía.
Al cortar ese flujo, el Adversario, que al fin y al cabo recibía sus poderes de la Isla, se volvería humano y vulnerable, y por lo tanto se le podría destruir, aunque el mundo quedaría en grave peligro mientras la Fuente estuviera desconectada.
Eso sí, alguien debería después volver a colocar el tapón y sacrificarse por todos.
Pero ¿qué humano podría ser tan especial para soportar el electromagnetismo? ¿Y cuál se sacrificaría por todos? Jacob no podía imaginar aún que algún día un romántico y muy especial escocés y el abnegado doctor que lo sustituiría entrarían en el juego como sus piezas decisivas para dar jaque mate.
Hasta aquí el primer capítulo de esta historia, nuestro particular Génesis, el origen del conflicto en el que se centra Lost.
El viernes, en el próximo capítulo, veremos la llegada de nuevos humanos a la Isla y su convivencia con los Otros, y nos centraremos en especial en la Iniciativa Dharma.
Además, seremos testigos de la aparición de nuestros losties en la historia, de momento como viajeros del tiempo procedentes del futuro, y que acabarán provocando el famoso Incidente.
Pues eso, nos vemos el viernes con el siguiente capítulo.
Namaste, brothas!Leer más sobre LostFotografías

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