Acostumbrados a ver películas como Ray, La vida en rosa o En la cuerda floja, Killing Bono supone un soplo de aire fresco en el subgénero de los biopics musicales.
Descubierto por la industria con la más que interesante The Hole, el director Nick Hamm vuelve al cine británico después de estrellarse en su debut americano con el thriller paranormal El enviado.
Ben Barnes (Las Crónicas de Narnia) y el carismático Robet Sheehan (Misfits) dan vida a los dos protagonistas de una película que se puede ver en el Reino Unido desde el pasado viernes.
Killing Bono narra la historia verdadera de dos hermanos que comenzaron como amigos y rivales de U2 para acabar terminando en el más profundo de los olvidos.
No conozco la historia que contará la película más allá de la sinopsis, pero está bien que una película de estas características se centre por una vez en figura de los “vencidos” y no los “vencedores”.
La película, inspirada libremente en las memorias del periodista musical Neil McCormick, cuenta con el beneplácito de los miembros de U2.
Sin hacer declaraciones oficiales al respecto, queda claro que Bono y compañía no permitirían que la edición de la banda sonora de la película vaya a incluir una canción inédita de los primeros años de la formación, cuando U2 se llamaba The Hype si tuviesen algún problema con el contenido de la adaptación.
Independientemente de su calidad (por que la verdad es que interesante la premisa es), la película será recordada por ser el último trabajo del fallecido Pete Postlethwaite, ese gran secundario que nos dejaba tan solo unos meses después de aparecer en Origen y The Town.
Ya sólo por eso merecerá la pena echarle un vistazo.
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