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Perdidos en la Tribu: Las familias se lavan con fango, matan un cerdo a palazos y usan su sangre como pegamento

Las familias continúan pasando penurias en Perdidos en la Tribu.
Dudo mucho que ninguna de las tres siga celebrando, a estas alturas, su decisión de irse a un poblado perdido en el planeta a vivir su inmersión indígena.
La familia Segura Romero sigue siendo la que está más expuesta a peligros: tras cazar cocodrilos, ser atacados por una serpiente gigante y pescar tiburones, a Rafael, el padre, ahora le ha tocado usar su propia sangre para cubrir el tambor que ha tenido que construirse con piel de lagarto, como si fuera pegamento.

Con la de gasto que habré hecho en pegamentos y siliconas toda la vida para que ahora me entere que con un cortecito y un poco de sangre pego lo que haga falta… El tema es tan repugnante que no haré más comentarios…Los Rovira Mezcua siguen metiendo la pata un día tras otro.

Si hay una familia que no da una, esos son ellos.
No se acaban de entender con su tribu de Etiopía.
El hijo tiene cierto punto de lo que en mi pueblo se llama “chulo piscinas”, pero claro, en Etiopía precisamente no abundan las piscinas, y la tribu se ofende con él de manera permanente.

El padre tiene menos autoridad que la Igartiburu con John Cobra y la madre intenta ir de tolerante pero se escandaliza con todo.
Su último desencuentro con los indígenas ha sido por el agua, un absoluto tesoro en el poblado.
En el último consejo, los jefes de la tribu les ofrecieron agua para lavarse como gesto de buena voluntad.
La familia debió pensar que se iban a encontrar con un pozo de agua cristalina o algo así, y cuando han visto que la poquita agua que les podían ofrecer era un agujero profundo de un agua que se parecía mucho más al fango que a otra cosa, han despreciado el regalo y se han negado a utilizarla, con lo que la tribu se ha sentido muy ofendida.
En un país árido, con sequía permanente, que a uno le menosprecien el agua debe ser muy fuerte.
Para rematar la semanita, las mujeres de la tribu han querido curar el dolor de estómago de Raquel, la hija, poniéndole intestinos de cabra en la cara.
¿Nunca lo habéis probado? Por su parte, los Moreno Noguera se han tenido .
La tribu celebraba la fiesta de la cosecha, del paso de lo viejo a lo nuevo, y han encargado al padre que matara el cerdo a palazo limpio (sigo insistiendo: ¿no hay nadie de alguna asociación por la defensa animal que vea este programa?).
La imagen ha sido dantesca, pero se le ha olvidado el trauma tan pronto como han puesto en la boca un trozo de carne al fin.
El hombre lo ha hecho bastante bien y lo han nombrado “matacerdos” oficial.
Lo que se van a reir sus amigos cuando vuelva a casa y se vaya a hacer una caña…

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