Lily Allen se toma un respiro.
Lo ha dejado claro a través de sus páginas en redes sociales: quiere hacer un paréntesis en su carrera para volver a su país y formar una familia.
Pero antes, la cantante ha cogido sus bártulos y se ha ido a Nueva Zelanda para una gira de 6 conciertos, y donde la hemos pillado así de relajada, luciendo curvas y rodeada de amigos.
Allen, a sus 24 años, está muy lejos de los patrones de belleza que siguen casi todas sus compañeras, y parece que le preocupa poco -¡bravo por ella!-, así que se coloca un bikini más bien mini y luce chicha y celulitis sin complejo y comiendo helados sin remordimientos.
Aunque celebramos que alguien no se deje machacar por la tendencia de tener un cuerpo perfecto, quizás le iría bien cambiar de estilista.
Es difícil elegir un bikini más feo y menos favorecedor.
Si una es culona y más bien plana, apuesto a que hay alternativas mucho mejores que ese bikini horroroso.
Lily Allen y su tripilla en bikini en Nueva Zelanda Lily parece que se muere de ganas de formalizar su relación con el constructor Sam Cooper, casarse y formar una familia, aunque es muy joven todavía y sólo lleva 6 meses con su novio.
Debe ser que el pedrusco de compromiso que luce Katy Perry le ha dado envidia.
A Lily parece que el mundo del espectáculo no le seduce.
La cantante declara que su meta no es ni ser famosa ni convertirse en una estrella del pop, que simplemente quiere ser feliz.
Y no es poca cosa, le apostillaría yo.
Y para ello, parece que Allen necesita éxito en lo sentimental y no tanto en lo profesional.
Lily Allen y su tripilla en bikini en Nueva ZelandaVía
