Después de un capítulo lleno de amenazas, ataques y descubrimientos varios, esta semana Flash Forward ha ofrecido un episodio más centrado en la vida personal de cada personaje.
Una buena manera de no caer en la tentación de meterse de lleno únicamente en la investigación.
Y se ha concentrado sobretodo en la relación de Mark y Olivia que empiezan a tener dudas acerca de lo que les puede pasar de aquí seis meses.
Y es que, en este día de Halloween, Dylan (el hijo de Lloyd) se escapa del hospital para ir a casa de los Benford.
No para de repetir que esa es su casa también porque lo ha visto en su flash forward.
Como es lógico, su padre sale a buscarlo y, al final, se encuentran los tres protagonistas de este extraño trío en el salón de la casa.
Una situación embarazosa que va a provocar una pelea en la pareja.
Y es que Mark no parece confiar en Olivia y, de manera algo paradójica y poco inteligente, está convencido de que las visiones se cumplirán (acabará con ese hombre en su casa) pero, al mismo tiempo, lucha por que no se convierta en realidad.
Y, además, cree que, en lo que le concierne a él, no se cumplirá y no volverá a beber.
Una posición bastante contradictoria, como vemos, y que provoca una crisis entre Mark y Olivia.
Veremos como acaba.
Pero, además de ellos, el episodio también se centra en las operaciones varias que tienen que hacerle a Janice que consigue sobrevivir pero a la que le dicen que es casi imposible que pueda tener niños.
Otra paradoja a la larga lista de flash forwards que no sabemos si se cumplirán.
Y finalmente, el agente Noh ha seguido con su investigación y ha descubierto unas extrañas manos azules que le han conducido a lo que parece ser una escena de crimen múltiple y que centrará el próximo episodio.
Sin olvidarnos de la llegada de Dominic Monaghan que sigue diciendo que sus experimentos causaron el flash forward.
¿Será verdad? Tendremos que esperar para averiguarlo.
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