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Crítica: Cars 2. Los coches necesitan un cambio de tuercas

Si Cars era una película que parecía no tener demasiado que ver con Pixar por culpa de su argumento mascadito, sus personajes sin carisma y sus situaciones repletas de clichés, su secuela no va mucho más lejos. De hecho, se queda más o menos en el mismo lugar en que dejamos a la primera Cars.

Aunque argumentalmente intenta evolucionar y el tramo final es muy disfrutable, Cars 2 es más de lo mismo… y no para bien, precisamente.Cuando al salir de una proyección de Pixar uno tiene que aferrarse al (algo sosete) corto de Toy Story proyectado al inicio del filme para no decir que se han desperdiciado dos horas en una nadería, es que algo falla en la compañía del flexo, aunque es algo que todos nos esperábamos desde el anuncio de la existencia de esta secuela.

Secuela innecesaria desde el punto de vista del público adulto, pero totalmente lógica si tenemos en cuenta que Cars es, junto a Toy Story, la película de la que más merchandising se ha vendido dentro de la compañía.Pero claro, partiendo de que esta es una película para vender mochilas y muñecos, así es como se ha entendido: Muchos coches nuevos (tantos que algunos de sus grandes nuevas estrellas apenas dicen un par de frases), trenes, barcos y aviones parlantes (en el movimiento más tirante a Dreamworks de la historia de Pixar) y una trama que está al servicio de The Disney Store más que del entretenimiento puro y duro.Es una pena, porque lo cierto es que, pese a mis quejas, esperaba que Pixar consiguiera hacer algo diferente a la hora de trasladar Cars 2 al mundo de los espías secretos: Parodias de James Bond, momentos hilarantes, chistes que podrían conseguir hacer de esta secuela algo digno… Pero no. Lo único parecido a una parodia bien conseguida es uno de los malos del filme, un pequeño coche con monóculo. Tampoco se le puede pedir mucho más al asunto sabiendo que este va a ser el punto álgido en cuanto a personajes. Cars 2 comienza con Rayo McQueen volviendo a Radiador Springs tras una dura temporada, solo para encontrarse con que va a participar en un circuito de carreras mundial (entiéndase “mundial” como “Japón, Italia y Reino Unido”) en el que los coches deberán usar un nuevo tipo de combustible orgánico. Pero el problema llega cuando una banda de coches que solo funcionan con gasolina descubren que, con radiación, los coches con el combustible orgánico explotan. Mate, con la ayuda del agente secreto Finn McMisil, deberá acabar con la conspiración.El argumento suena tan raro como poco consistente, y así es: Nunca llega a importarnos lo más mínimo lo que ocurra, ni el misterio de quién es el enemigo final, ni la trama de agentes secretos que, pese a todo, nos trae un par de escenas memorables. El problema es que, antes de estas escenas memorables, tenemos que tragarnos El Show de Mate o, lo que es lo mismo, una serie de estupideces provocadas por la grúa más irritante de la historia.Que si ahora come wasabi creyendo que es helado de pistacho, que si se tira pedos, que si pierde aceite, que si se cambia de disfraz mil veces… Gracia, la justa. Ganas de que la trama avance después de que se carguen a la grúa de las narices, muchas. Casi infinitas. Por suerte, algún que otro gag funciona (Mate en el cuarto de baño japonés) y la película se libra de ser tediosa, entreteniendo a ratos. Por suerte, algunos de los nuevos personajes sí que tienen su gracia, como Francesco, un coche italiano con el ego por las nubes, o el propio Finn McMisil, un agente secreto que aporta el carisma que no pueden aportar Rayo o Mate. Tristemente, ni dos personajes salvan la película, ni un par de chistes consiguen hacer que los dos primeros actos del filme sean un trayecto más defectuoso que divertido, entre tuercas, referencias a cosas hechas con coches y apariciones estelares de Fernando Alonso (no, tranquilos, no sale demasiado).Pero, ah, todo cambia en un tercer acto que, si bien no consigue destacar por sus escasos gags, sí consigue ofrecernos unas secuencias de acción notables, con una animación que sí nos recuerda que estamos viendo una película de Pixar y que, en ocasiones, logra emocionar y divertir sin complejos. Si tan solo hubieran puesto las ganas de este tercer acto en el resto de la película, podríamos estar ante algo más que digno.Pero claro, solo podemos soñar con algo así. En su lugar, tenemos una película anodina, más propia de otras compañías de animación que de la creadora de Toy Story 3, que no aporta nada a la primera parte ni nos deja con ganas de una tercera. Si por mi fuera, Rayo y Mate estarían enterrados en menos que canta un gallo. Por suerte, Pixar ya está preparando Brave, que, esta vez sí que sí, parece un retorno de esa compañía que divierte, agrada y siempre gusta de ofrecer algo diferente.Cars 2 es, en resumen, un divertimento estival ideal para ver con niños… aunque, y esto es una pena, demasiado orientado a este tipo de público, dejando de lado a los adultos que tanto nos contagiamos del espíritu Pixar con Toy Story 3, Up o Wall-E. Chistes fáciles, un argumento soso y un final, esto sí, bastante decente, conforman una película de usar y tirar, un suficiente raspado al que Pixar no nos tiene acostumbrados. Esperemos que aprendan de sus errores. Se aprecia el intento de cambio de estilo de esta secuela… pero al final, es un filme tan fallido como la propia Cars. Toda una pena. Leer más sobre Cars 2

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