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Lost: Locke, el hombre de fe

Y al fin llegamos al final del repaso a los personajes de cara a la sexta y última temporada de Lost.
Había dejado a propósito para el penúltimo al gran Benjamin Linus, y este gran final lo tenía reservado para el grandísimo John Locke.

Bueno, la semana que viene comprobaréis que el repaso no está del todo finalizado, porque en realidad nos falta aún un personaje muy importante, pero esa es otra historia.

John Locke está interpretado por el inconmensurable Terry O’Quinn, el mejor actor de la serie junto a Michael Emerson, el insustituible Ben.

Se podría decir que, a pesar de que Jack es el teórico protagonista de la serie, el verdadero protagonista sería Locke.
Él es Lost.
Así de contundente.
Él es la principal fuerza motriz de la serie y de su argumento, el alma de Lost.
Todo sucede por una razón, como diría él, y esa razón es John Locke.
Sé que cuenta con tantos admiradores como detractores, pero esa es la prueba de que es un personaje extremo y clave que no deja indiferente.

Y su evolución a lo largo de la historia ha sido realmente fascinante.
No en vano se suele decir que los mejores flashbacks de la serie son los de Locke (con permiso de los de Ben, y los de Desmond, claro).
Capítulos como el mágico Cabin Fever, el trágico The Life and Death of Jeremy Bentham o el inigualable Walkabout (el episodio que me hizo amar Lost) son imprescindibles.
E incluso su tema musical, con sus múltiples variaciones, es de lo mejor de Lost.
El calvito nos apasiona, reconozcámoslo.
Desde luego la historia del pobre John es la más triste de la serie, su vida es la más patética con diferencia, así que que no me venga Ana Lucia con su cara de perro diciendo que su vida es la peor.
Hijo de una joven de quince años, Emily, prematuro por culpa de un accidente y dado en adopción, desde pequeño Locke fue vigilado por Richard Alpert, pero ahora ya sabemos que más que porque fuera especial es porque de adulto viajó en el tiempo a 1954 e hizo creer a Alpert que lo era, brújula misteriosa mediante.
Sin embargo, nosotros queremos seguir creyendo que es especial.
Las relaciones paterno-filiales en Lost son complicadas (que se lo pregunten a Jack y Christian), pero es que el padre de Locke se lleva la palma.
Anthony Cooper es el padre más malo de toda la serie, un verdadero bastardo que no sólo fue el Sawyer original por el que los padres de James Ford murieron, sino que cuando se acercó a su hijo se aprovechó de él todo lo que pudo.
John sólo deseaba una figura paterna, y Cooper le quitó un riñón, por su culpa perdió a la mujer de su vida, Helen, y para rematar lo tiró de un octavo piso, caída que habría sido fatal si Jacob no hubiera estado leyendo un libro al lado, pero que lo dejó postrado en una silla de ruedas.
Si algo define la vida del pobre John es la frustración, la rabia por su patética vida, y por haber sido engañado y utilizado una y otra vez, incluso por un policía en una comuna hippie (que por cierto era Justin Chatwin, el Goku de la peor versión posible de Dragon Ball, así que la humillación de Locke es doble).
Él quería ser especial, quería tener un destino y que nadie le dijera lo que no podía hacer, pero acabó viendo todas sus esperanzas truncadas al quedarse en una silla de ruedas y trabajando en una compañía de cajas (propiedad de Hurley, dicho sea de paso).
Sin embargo, un tal Abaddon amiguito de Widmore le convenció de que hiciera un “walkabout”, un viaje espiritual por Australia.
Vale, no le dejaron hacerlo por su condición, pero todos sabemos cómo acabó su vuelo de vuelta, el Oceanic 815.
El caer en la Isla fue, en principio, lo mejor que le había pasado a John.
Recuperó milagrosamente el movimiento de sus piernas y pudo reinventarse como el cazador que siempre quiso haber sido, armado con sus infinitos cuchillos.
No es extraño que, tras ese milagro, el calvito se volviera un hombre de fe y se convirtiera un poco en el gurú espiritual de los losties en la primera temporada; para muestra, sus diálogos enriquecedores con la mayoría de los personajes, el fin de la adicción de Charlie o la liberación de Boone.
Creía comunicarse de una manera especial con la Isla, y hasta aseguró que, al encontrarse con el Monstruo de Humo Negro, lo que vio fue algo hermoso.
Tanto misticismo y fe ciega no podía traer nada bueno, y todo fue de mal en peor al encontrar la Escotilla.
Para empezar, su discípulo Boone murió por su culpa (aunque después comprobásemos que ocurrió por una razón, que Locke aporreara la Escotilla para salvar a Desmond y por tanto al mundo), y Locke pasó de ser admirado a odiado por muchos.
Darle al botón de El Cisne tomando el relevo del pobre Desmond se convirtió en un acto de fe, que tambaleó al pensar que no servía de nada, y John se llenó de rabia y decepción, aunque tuvo que reconocer su error en una fabulosa escena de Live Together, Die Alone.
Y es que Desmond, cuando dice que salva el mundo, es que lo salva.
Desde entonces su fe se hizo inquebrantable, y más cuando su camino lo llevó a acabar siendo el líder de los Otros en perjuicio del envidioso Ben, con la ayuda inestimable de Alpert.
Antes consiguió liberarse para siempre de la sombra de su padre convenciendo a Sawyer para que lo matara, tarea que debía realizar él.
Y ese camino, que ahora sabemos que fue pavimentado por el Adversario de Jacob para lograr su “loophole” y matar a su rival, acabó llevándolo a sacrificarse para salvar a sus compañeros losties atrapados en la Isla, instigado a girar la rueda de burro por Christian Shephard, seguramente otra forma del Adversario, y a volver a la civilización con la identidad de Jeremy Bentham para reunir a los Oceanic 6 y llevarlos de vuelta a la Isla, sabiendo que iba a morir, porque tanto Christian como Alpert (aunque este instigado por el Adversario en forma de Locke) se lo habían dicho.
Su misión fue un fracaso, comprobó que Helen había muerto, y recibió duras palabras de Jack, que le dijo que sólo era un viejo que se creía especial.
Más hundido que nunca, Locke se dispuso a suicidarse y acabar con su patética vida, ya que se consideraba un fracaso, pero Ben lo convenció de no hacerlo, para acto seguido matarlo vilmente.
Y esto ha sido la vida y la muerte de John Locke.
Menos mal, o no, que Jack tomó su relevo, se convirtió en hombre de fe y llevó a los Oceanic 6 a la Isla.
The Incident nos sorprendió al mostrarnos que el Locke que creíamos resucitado por los poderes de la Isla no era más que una forma del Adversario, que consiguió así ser seguido por los Otros y llevado hasta Jacob, y convencer a Ben de que lo matara por él.
Alpert y Sun contemplaban atónitos cómo Ilana y Bram, los reyes del carisma, portaban el cadáver del verdadero John, que estaba bien muerto.
Locke había sido engañado y utilizado una vez más para convertirse en el “loophole” del Adversario.
¿Qué sucederá partir de ahora?Lógicamente, si Jughead ha hecho efecto y su explosión logra que el Oceanic 815 aterrice en Los Angeles como si nada, Locke estará vivo, pero volverá a una vida deprimente y seguirá en silla de ruedas.
Pero digámoslo una vez más todos juntos para que no se nos olvide: eso no va a ocurrir, no tiene sentido.
En cambio, si Jughead no cambia nada, Locke seguirá muerto, a no ser que el poder de la Isla lo resucite o algo parecido.
Si la línea temporal alternativa es el escenario de la sexta temporada, que ya casi sabemos cien por cien que es la opción segura, puede pasar cualquier cosa, y Locke volverá a estar vivo.
Tal vez no llegó a conocer a su padre y conserva su riñón y sus piernas.
Tal vez está felizmente casado con Helen.
Quién sabe.
Lo que está claro es que la línea alternativa no puede durar mucho, y cuando todos vuelvan a 2007 John tiene que volver a la vida de algún modo.
Sí, porque si hay algo seguro es que Locke no puede morir así y desaparecer de la serie sin más.
Durante todas las temporadas nos han convencido, como a él, de que era especial, y yo al menos quiero seguir creyendo.
Mi personaje favorito (después de Desmond, por supuesto), no puede desaparecer y ser sustituido por una forma del Adversario.
Su triste vida no puede acabar siendo ahogado traicioneramente por Ben en una habitación de hotel.
Él se merece mucho más que eso.
Porque, como he dicho, el eje alrededor del cual parece girar todo en la serie, el verdadero protagonista de Lost, es John Locke.
No en vano la mayoría de los personajes fueron creados a posteriori de ser concebida la historia, incluso Jack iba a morir en el piloto, pero Locke ya estaba desde el principio y Terry O’Quinn fue elegido sin casting por Abrams, que lo tenía en mente desde el principio.
¿Por qué? Pues porque es el centro de la serie.
Bueno, tras esta vehemente argumentación, he dejado claro que John debe volver a la vida.
¿Cómo lo harán? Puede ser el Locke de la realidad alternativa el que acabe llegando a esta, y sustituyendo al que ha muerto, lo que sería un poco decepcionante porque no habría vivido todas las fascinantes experiencias del original.
Y es el original, el que tanto ha sufrido, el que quiero ver coronado y triunfante.
O puede ser Jacob mismo quien, habiéndose dejado matar a propósito, traspase sus poderes a un nuevo Jacob, aprovechando el cuerpo más cercano.
¡Uy, si es el de Locke! Entonces tendríamos la curiosa situación de tener dos Locke, uno que en realidad sería una forma del Adversario, y otro que sería el verdadero, resucitado y con los poderes de Jacob.
No nos extrañe, porque ya nos decía John que hay dos lados, dos jugadores, luz y oscuridad, en esta enorme partida de ajedrez.
Sea como sea, Locke debe estar de vuelta para el gran final de la serie.
¿Y qué le espera a él? Pues yo siempre me he imaginado que Locke debe quedarse en la Isla para siempre, ya que es su sitio, como señor y dueño, un nuevo Jacob tal vez.
Es el más ligado a la Isla y sería un bonito final para el personaje, quedarse en ese lugar mágico con el que tanto ha comulgado.
Una última imagen de Locke, al fin en paz consigo mismo, siendo uno con la Isla, y sonriéndonos como sólo él sabe, sería impagable.
Acaba por fin el repaso al magno John Locke, y nos ha quedado claro que es un hombre de fe a la fuerza.
Tras una vida patética de frustración, decepción y engaños, en la Isla pudo ser lo que que siempre quiso: un cazador, un guía, un hombre realizado.
Hemos visto como ha vuelto a ser víctima de un engaño que le ha quitado la vida, pero me resisto a creer que su historia ha acabado.
John tiene un destino, como él siempre dice (y ahora Jack en todas las promos), y se va a cumplir.
Porque nadie puede decirle lo que no puede hacer.
Eso sí, Locke no sería nada sin Terry O’Quinn.
La interpretación de este actor es magnífica, sublime, tal vez incluso mejor que la de Ben, al tener muchos más matices (también tiene un Emmy, por su papel en la tercera temporada).
No podemos imaginar otro rostro para John, y Terry dota a su personaje de un carisma increíble, gracias a muchos pequeños gestos y a la improvisación.
Me encantan las sonrisas espontáneas de este actor, como la risita ahogada y el gesto tan auténtico, casi infantil, que hace con el hombro a Sawyer cuando baja el pozo en This Place is Dead.
Detalles tan insignificantes como este son los que llenan una interpretación de vida, y el señor O’Quinn los tiene a millares.
Grande entre los grandes.
¿Frases y escenas? Uf, las hay a patadas.
Las grandes escenas de John son innumerables.
Su sonrisa con naranja, su manera de recibir la lluvia y su diálogo sobre el backgammon con Walt en Pilot.
La revelación de Walkabout de que iba en silla de ruedas, y su mirada a la silla ardiente.
Sus desconsolados llantos ante la Escotilla en Deus Ex Machina.
Sus conversaciones sobre fe y ciencia con Jack.
Sus escenas con el botón y Henry Gale en la segunda temporada.
La liberadora muerte de su padre, y su caída desde un octavo piso, en la tercera.
Su pasado en Cabin Fever y su entrada en la cabaña de Jacob, en la cuarta.
Sus paradojas con la brújula y su muerte en la quinta.
Y me quedo corto porque faltan muchísimas.
En cuanto a frases, se puede decir que Locke tiene el monopolio en Lost, ya que una de cada dos citas es suya.
Su “everything happens for a reason” define la serie.
Su “don’t tell me what I can’t do” nos pone la carne de gallina cada vez que lo dice.
Sus “this is my destiny” o “I’m supposed to do this” son condición indispensable en cualquier discusión.
Aparte, frases menos recurrentes como su impagable “I was wrong” cuando comprueba que lo del botón era verdad, su iluminado “he wants us to move the Island” tras salir de la cabaña de Jacob, o su tristísimo “I’m a failure” antes de morir, entre muchas otras, son todas parte de cualquier antología de Lost.
Como vídeo de muestra, aquí tenéis una escena de Exodus, la finale de la primera temporada, con una de esas geniales conversaciones sobre fe y destino de Locke con Jack.
Hum, parecen Jacob y su Adversario, ¿verdad? Y no estoy sugiriendo nada…Y para dejarle un vídeo de absoluto protagonista al calvito, aquí tenéis el inigualable final de Walkabout.
La escena que sigue emocionándome como el primer día.
La escena que me hizo amar Lost.
No me canso de decirlo: Locke es increíble.
No le digáis lo que no puede hacer, porque es un hombre de fe y sin duda tiene un destino, ya que todo ocurre por una razón.
Fotografías

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