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Crítica: Carta Blanca. Unos Farrelly divertidos pero acomodados

Los hermanos Farrelly vuelven a pisar terreno conocido en Carta Blanca.
Personajes con los que es fácil identificarse y situaciones salidas de madre muy al estilo de Algo Pasa con Mary.
Sin embargo los once años que han pasado desde aquél mítico título no han sido en balde y los valores relacionados con la familia y el amor incondicional empañan lo que podría haber sido una comedia antológica.

Una pareja de amigos casados termina por enfadar tanto a sus respectivas parejas que estas concluyen que lo mejor para salvar la relación es darles una semana de permiso fuera del matrimonio.
Siete días de desenfreno que sacarán a la luz lo que realmente ocurre en tras las puertas del dormitorio.

Carta Blanca cuenta con un as bajo la manga y es un casting de secundarios inesperado y altamente efectivo.
Jason Sudeikis, que ya apuntaba maneras en Salvando las Distancias, aquí se muestra como un valor en alza que le ha servido para ganar notoriedad en su país de origen.
Cualquiera que le haya visto en algún sketch de Saturday Night Live sabe de lo que es capaz este actor.
Stephen Merchant no tiene mucha ocasiones para lucirse hasta la hilarante escena tras los créditos que no debéis perderos.
También del reparto de Salvando las Distancias está Christina Applegate, repitiendo exactamente el mismo papel de esposa que lleva los pantalones en casa.
Los que crecimos viendo su papel de díscola hija de familia de Matrimonio con Hijos echamos de menos su frescura y su desparpajo.
Quizá por contraste, la interpretación de la mujer del personaje principal encarnada por Jenna Fischer, confiere al conjunto el punto de cordura necesario para lograr un equilibro perfecto.
Sin embargo algo que lastra bastante la película es la presencia de un Owen Wilson ajado y desmejorado que parece constantemente fuera de juego.
A eso hay que sumarle una serie de situaciones comunes que hacen del film algo ligeramente previsible.
A pesar de ello las carcajadas están aseguradas, no solo por los contados momentos groseros del film, si no por algunas situaciones más sutiles aunque bien encaminadas.
La película es muy disfrutable pero se echa de menos la frescura de los primeros títulos de los hermanos Farrelly.
Carta Blanca no es más que un film rápido de rodar, que sirve como espera para su proyecto estrella sobre Los Tres Chiflados, que parece que nunca va a terminar de tener luz verde.

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