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Crítica: The Karate Kid. Quitar chaqueta, poner chaqueta

Jaden Smith es el hijo de Will Smith.
Este dato, que a estas alturas sabe toda persona viviente, es vital para comprender no ya el éxito, sino la mera existencia de The Karate Kid, el remake de la mítica película que antaño protagonizaran Ralph Macchio y Pat Morita y que nos presenta las mismas situaciones que el original pero remodeladas.

A lo grande.
Y para qué negarlo, se pasa un rato la mar de entretenido con una historia en la que sabemos lo que va a pasar desde el principio pero que en ningún momento se hace insultante para el espectador.

Uno se sienta a ver The Karate Kid (que sí, que hace kung fu, hasta hacen bromas en la película al respecto) de dos posibles maneras: O bien esperando un bodrio de dos horas y media (que, entonces sí, se nos hará larguísima y aburridísima) o bien yendo a entretenerse.
Y ahí es donde la película dirigida por Harald Zwart (Superagente Cody Banks, La Pantera Rosa 2) funciona a la perfección, con todos los engranajes bien aceitados y preparada para darnos lo que todos esperamos.
El niño americano que llega a China, se enamora de una chica, es vapuleado por sus compañeros de colegio, es instruído en las artes del kung fu por un maestro que nadie esperaba que lo fuera, aprende a marchas forzadas y finalmente se enfrenta a sus compañeros en un combate, a pesar de que lo pase muy mal por el camino.
El final podéis imaginároslo.
Esta no es ninguna película indie, así que iros olvidando de ver a Jaden Smith muerto o cosas parecidas.
The Karate Kid, como hemos dicho, va a lo grande.
No le vale con enseñarnos a Jaden Smith corriendo: Tiene que hacerlo en mitad de la Gran Muralla China.
No le vale con mostrarnos al joven bebiendo agua sagrada: Tiene que ser agua de la montaña más alta y vistosa de China.
Habrá quien se queje, pero lo cierto es que la película gana en espectacularidad todo lo que pierde en humildad.
Tampoco es malo que el remake de Karate Kid pierda en humildad: Nunca fue realmente una saga que la precisara para triunfar.
Los muy fans de la película original probablemente vean asesinada su nostalgia con machete, pero los que siempre la tuvimos como una película del montón (más allá del clásico “Dar cera, pulir cera”) hemos descubierto en esta nueva versión otra película del montón repleta de cabriolas, giros argumentales predecibles y peleas muy bien coreografiadas.
¿Qué más se puede pedir?Cierto es que Jackie Chan no tiene el carisma de Pat Morita (tampoco lo intenta, por otro lado) y que la excusa que se han buscado para quitar el “Dar cera, pulir cera” (“Cuelga chaqueta, ponte chaqueta, tira chaqueta, recoge chaqueta”) no es igual de efectiva en la memoria colectiva, pero no deja de ser una versión para los niños del siglo XXI.
Y funciona.
Nunca nos sentiremos especialmente atraídos hacia el personaje de Jaden Smith (basicamente porque es tan repelente, maleducado y moderno que nos dan ganas de apedrearlo con violencia), pero al menos hay que decir que el hijo de Smith lo intenta.
Que no lo consigue es cierto, pero su actuación resulta, en algún momento, propia de un actor de verdad y no de un “hijo de”.
Se le nota que quiere ser como su padre, pero con un deje de rapero de barrio que le queda fatal y prediseñado.
No hay mucho que decir sobre The Karate Kid que no se pueda intuir por el tráiler: Una sucesión de secuencias especificamente diseñadas para meter las canciones de la banda sonora y así vender más discos, un intento obvio de consagrar a Jackie Chan e intentar que Jaden Smith se convierta en la gran estrella del siglo XXI (algo que, con perdón de Will, lo tiene bastante crudo a no ser que mejore mucho).
The Karate Kid es la perfecta película de autobús.
O sea, lo que todos esperamos que nos pongan en un trayecto León-Valencia, que podemos ignorar durante unos minutos para hablar con nuestro acompañante sin perder el hilo o incluso dormirnos un ratito.
Y pese a todo, como decimos, no es insultante ni mala.
Al contrario, se trata de un remake más que decente del original, sin llegar a ser glorioso o superarlo en todas sus facetas.
Una película de verano, para lo bueno y para lo malo, que nos presenta a un Jaden Smith al que se le nota más suelto que en la infame Ultimatum a la Tierra pero que necesita más rodaje de manera urgente.
No basta con ser el hijo de Will Smith para ser el nuevo Will Smith, me temo.
Ideal para entretenerse durante un par de horas evitando el calor estival y con Coca-Cola a toda pastilla.
Si alguien se espera una cosa diferente de The Karate Kid, lo más probable es que acabe decepcionado.
¡Obviamente! Para todos los que alguna vez soñaron con ser Daniel-San, este es un remake que se adapta a los nuevos tiempos en lugar de intentar transformar el original con innecesarias nuevas tramas.
Recomendable para pasar el rato.
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