Al Jardín del Palacio de Versalles, tan impoluto y perfecto como siempre, le ha salido un duro competidor: la humilde maleza salpicada de florecillas silvestres.
Según ha hecho saber el Ayuntamiento de la capital gala, los rastrojos son bienvenidos en los parques y jardines de la ciudad, y pueden crecer libremente sin miedo a pesticidas en alcorques, o junto a los bordillos de las rúes parisinas.
Paris se rinde a lo sencillo, baja de su torre y empieza a valorar las pequeñas flores, las plantitas anémicas que crecen superando todo tipo de dificultades entre las rendijas del asfalto.
Su alcaldía ha publicado una nota de prensa en la que reconoce las malas hierbas como fauna vegetal urbana que enriquece la biodiversidad :Si usted ve malas hierbas invadir los pies de los árboles de la calle, o junto a la acera, no piense que es negligencia municipal, sino una nueva manera de restablecer la vegetación de la ciudad mediante la promoción de la diversidad biológica.
En la semana dedicada a las alternativas a los plaguicidas, que celebramos del 20 a 30 de marzo, Paris.
fr presenta su nueva gestión de los espacios verdes de la ciudad.
(Traducción libre)Desde la página web de la alcaldía, se explica al ciudadano que la limpieza excesiva y el exceso control de la vegetación, o el uso de césped no siempre es sinónimo de buena salud ambiental.
Así, vienen a decir que conservar la biodiversidad, significa abrirle la puerta a la naturaleza.
“Dejarle que reanude sus funciones en la ciudad, incluso si esto significa que las malas hierbas crezcan de forma anárquica a lo largo de las aceras o las calzadas, o incluso bajo los árboles”.
Una aparente dejadez que, en realidad, es un modo ecológico de actuar, dicen desde el consistorio, que emula a la pionera ciudad de Rennes, que ya aplica este modelo de protección de las malas hierbas y probado soluciones innovadoras alternativas a los plaguicidas.
Vía
