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El Jardín Botánico de Madrid enrola a los más pequeños en una expedición científica

No falla, cada vez que leo o escucho algo acerca de un Jardín Botánico me pongo a canturrear la canción con la que el grupo Radio Futura alcanzó el éxito en los años ochenta.
Me refiero, claro, a La Estatua del Jardín Botánico, en la que Santiago Auserón cantaba versos como “Junto al estanque me atrapó la ilusión / Escuchando el lenguaje de las plantas”.

El estanque al que se refiere es el del Jardín Botánico de Madrid, creado allá por el siglo XVIII y dividido en terrazas escalonadas en la que se distribuyen las representantes de hasta cinco mil especies vegetales provenientes de todo el mundo.

Las instalaciones se completan con los invernaderos (la Estufa Fría) y un edificio donde se conservan los herbarios de las expediciones científicas de siglos pasados, cuando la dominación española se extendía hasta Filipinas, Guinea o diferentes puntos de Sudamérica.
Esta referencia a la época imperial me recuerda las voces discordantes que suscita la celebración del ya próximo Día de la Hispanidad, planteado como la celebración de los vínculos que unen a los países hispanohablantes a ambos lados del Atlántico.

Pero conmemorar lo que nos une lleva consigo recordar la actuación despiadada de todo gran imperio (la dominación española tuvo mucho de genocidio y sometimiento).
Para subrayar lo positivo del futuro sobre los negros nubarrones que dominaron el pasado se creó en 2007 VivAmérica, un festival que celebra “la vitalidad del arte, la cultura y el pensamiento iberoamericanos”.
En su edición de 2009 las celebraciones se distribuyen entre Madrid, Bogotá, Santo Domingo y Cádiz, cuatro ciudades con una presencia destacada en el devenir de la historia.
La Casa de América de Madrid, principal propulsora del festival, ha visto como con los años el abanico de sedes se ampliaba y como una de ellas el Jardín Botánico de la capital propone, del siete al once de octubre, conocer más a fondo cómo fueron y qué legado dejaron las citadas expediciones botánicas al continente americano a través de un recorrido guiado por las colecciones, invernaderos y monumentos.
Un repaso que reúne el espíritu aventurero con el científico, algo muy de la época en la que desarrollaron.
Lo más pequeños, además, podrán pasar de la teoría a la práctica en un taller que les convertirá en exploradores que realizan trabajo de campo “recolectando material vegetal, confeccionando un pliego de herbario o el descubriendo una nueva especie” (10 y 11 de octubre las 11:30h).
Unos días antes, en la capital colombiana, Tzamaren Naichapi, rector de la Universidad de las Ciencias Ancestrales de la Amazonía ecuatoriana, compartirá su sabiduría –que es la de muchas generaciones- y charlará con los asistentes (8 de Octubre a las 15h en la Biblioteca Luis Á.
Arango del Banco de la República).
Y es que este año el festival VivAmérica tiene como leit motiv El futuro de Iberoamérica en palabras de sus Creadores y Pensadores.
De esta forma, la tercera edición el festival “abre sus puertas a nuevos campos como ciencia, cine, literatura, música, política, economía, medio ambiente, educación o derechos humanos” y también a nuevas sedes y emplazamientos como Cádiz.
La tacita de plata –que decía Machado- ofrece la posibilidad de ver Cocalero, el documental de 2007 que cuenta como Evo Morales, acompañado por una partida de cocaleros, atraviesa los Andes y el Amazonas para convertirse en el primer presidente indígena de Bolivia (10 de octubre a las 19h en el Baluarte de la Candelaria).
A mediodía del día siguiente la compañía teatral El Callejón de Lola propone al público infantil Tepeú y Gucumatz y los Reinos de la Tierra, el Cielo y el Mar.
Tras ese aparatoso título se esconde una versión libre del Popol-vuh, el libro sagrado de los indios quiché de Guatemala y una moraleja valiosa: el tesón y el trabajo en equipo pueden con todo, incluso a la hora de dar forma a la naturaleza (11 de octubre a las 12h.
en la Sala Central Lechera).
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