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VIII Muestra SyFy de Cine Fantástico: Cherry Tree Lane, las comparaciones sin sentido

Antes entrar a hablar de Cherry Tree Lane, he de confesar que me declaro un fan absoluto de la Muestra SyFy de cine fantástico que se celebra anualmente en los cines Palafox de Madrid.
No sólo da la oportunidad de ver películas que, por una razón u otra, jamás llegarán a las salas de cine de nuestro país, si no que cada sesión garantiza 90 minutos de diversión, ya sea por la película en sí misma o las reacciones de un público determinado a pasárselo bomba, incluso si la película es un tostón.

Lamentablemente, Cherry Tree Lane es la antipelícula SyFy: ni asusta, ni entretiene ni da la oportunidad a los asistentes de demostrar lo (supuestamente) ingeniosos que son.
Es la nada más pretenciosa.
En la nueva película de Paul Andrew Wiliams (una de de las grandes promesas del cine de género británico gracias a The Cottage y, sobre todo, London to Brighton ) los hechos siguen a Christine y Mike, una pareja de clase media que una tarde normal, mientras preparan la cena, abren una botella de vino y esperan la llegada del entrenamiento de su hijo Sebastian, reciben una inesperada y sórdida visita.

La amenaza estará personalizada en un grupo de adolescentes que los amordaza y amenazan con matar a Sebastian en cuanto este llegue a casa.
La cosa ya empezó mal cuando Alexandra Jimenez (que este año ha sustituido a la eterna Leticia Dolera como presentadora de la Muestra) vendió la película como una especie de Secuestrados británica.
Sus ganas.
Si la película de Miguel Ángel Vivas era un brillante ejercicio de realización y tensión que resistía la inevitable comparación con Funny Games, Cherry Tree Lane es un fiasco que se queda a medio camino de la película de Michael Haneke y la nada más absoluta y risible.
Alguien debería estar explicando a Williams qué es el fuera de plano y para qué sirve.
Utilizado con acierto y talento, es una herramienta de lo más útil para añadir tensión y desconcierto a la película.
Mal utilizado no hace otra cosa que sacarte de la película, confundirte y dejarte más indiferente si cabe.
Sobra decir cual es el camino que sigue Cherry Tree Lane.
Llega un momento en que, sin entrar demasiado en los detalles de la historia, están matando a uno de los protagonistas y el espectador no sabe quién es el que está siendo asesinado.
El lento tempo con el que se desarrolla Cherry Tree Lane en sus primeros compases incita a pensar que el director está encaminando la propuesta a un estallido, un clímax antológico.
No sucede nunca.
Se tiran tanto tiempo con unos prolegómenos de lo más aburridos que cuando la acción arranca de verdad ni te importa… ni tampoco está bien resuelta.
El final, si cabe, es todavía más risible.
Un fracaso.
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