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Soros (y su gran fortuna) entra de lleno en las energías limpias y el cambio climático

A la vejez, viruelas, asegura el refrán popular y aquí está este multimillonario húngaro nacionalizado estadounidense para ratificarlo.
George Soros, que en breve cumplirá ochenta años, ha sido durante décadas un habitual de las páginas salmón de las secciones de economía de los diarios.

Pero si ha merecido mi interés es por su intervención en la reunión sobre el cambio climático auspiciada por Project Syndicate que se celebró, como no, en Copenhague.
Este foro, que reúne a más de cuatrocientos diarios de ciento cincuenta países, trabaja por la independencia de los medios impresos y se jacta de invitar a sus encuentros a personalidades de muy distinto signo.

Esa fue la ocasión elegida por Soros, una de las cien mayores fortunas del mundo, para anunciar que invertirá en torno a setecientos millones de euros en tecnología de energías limpias pero la declaración no pasó del titular: Nada detalló en cuanto a qué tipo de energía o de qué procedencia geográfica.
El otro gran proyecto del polémico inversionista es la creación de una organización capaz de asesorar a los responsables políticos sobre cuestiones medioambientales.

Pero, ¿no tiene cada gobierno sus especialistas en la materia? ¿Quién va a acudir a una institución regida por intereses privados? Parece que la garantía de independencia recae en la persona que estará al frente, Thomas Heller, profesor de Derecho en la Universidad de Stanford y con amplia experiencia es legislación medioambiental y energética.
La organización hará un seguimiento del comercio de emisiones de carbono (“un campo que ofrece oportunidades financieras”, dijo Soros hace unos meses) y velará por el interés común en las políticas y programas que se articulen para hacer frente al cambio climático centrándose en Estados Unidos, la Unión Europea y tres potencias emergentes como son China, India y Brasil.
Heller asegura que “va a ofrecer servicios de asesoramiento, a desarrollar iniciativas propias y desarrollar una labor de vigilancia” y Soros –para unos especulador para otros activista liberal- remata con una reflexión interesante pero escasamente novedosa: Quiero aplicar criterios más estrictos a mis inversiones, estas han de ser rentables pero también deberían hacer una contribución a la solución de la cuestión del calentamiento global.
Este problema es, fundamentalmente, un asunto político en este momento, las conclusiones que aporta la ciencia son indiscutibles, pero ¿cómo podemos lograr los objetivos que todos sabemos necesarios para la buena salud del planeta? Insisto, ese es un problema que atañe a la política (G.
Soros, Traducción libre) El Soros Fund Management LLC que preside mueve más dinero en un día del que cualquiera de nosotros podrá contar en toda una vida, así que su proclama suena como la del converso que se cayó del caballo camino de Damasco… o de Wall Street en este caso.
No es que la filantropía sea algo nuevo para George Soros, pero hasta ahora había dado la espalda al medio ambiente y se había centrado principalmente en la promoción de iniciativas de apoyo a la educación, la libertad de prensa y la salud pública.
Este mismo verano Soros donó casi treinta millones de euros para ayudar a la adquisición de material escolar para menores de Nueva York, cantidad que se suma a los cuarenta millones que donó un año antes a la Fundación Robin Hood (un nombre que es toda una declaración de intenciones), que ayuda a combatir la pobreza en esa misma ciudad.
Su generosidad posó su atención en el cambio climático cuando decidió donar a Climate Policy Initiative ocho millones de euros anuales durante una década empezando por este mismo año.
Lo que a algunos les supone una alegría en otros abre interrogantes ¿Eres de las bienpensadas o de los desconfiados?Vía

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