La naturaleza, en su infinita sabiduría, seguro que tenía un plan cuando creó a los pulgones.
Yo, humildemente, creo que la pifió.
Con los pulgones, el oídio, la mosca blanca, la cochinilla y todos los parásitos que se instalan en mis hierbas aromáticas y acaban con ellas lentamente.
¿Hay remedios naturales contra ellos?Me centraré en el pulgón porque es el trauma que tengo más reciente: dos frondosas hierbabuenas podadas hasta la desaparición por culpa de una plaga de estos minúsculos bichos verdes.
El pulgón –que no está relacionado con la pulga- pertenece a la familia de los áfidos.
Es muy pequeño, de forma ovoide, con patas y antenas muy difíciles de distinguir a simple vista.
Puede ser verde, amarillo, blanco, negro e incluso pardo.
Tiene una suerte de pico articulado que clava en la planta, a través del cual absorbe su savia.
Así, la planta se debilita y deja de crecer.
Si sobrevive a este ataque, puede morir a causa de los hongos que prosperan en las hojas gracias a la melaza que el pulgón expulsa por el ano.
Hay muchos productos químicos para eliminar los pulgones.
Sin embargo, si se trata de plantas comestibles es buena idea probar primero con insecticidas caseros, minimizar los riesgos al consumir la planta tratada.
En la única planta de hierbabuena que ha sobrevivido al ataque pero que aún tiene pulgones, probaré con una infusión de ajo.
Dejé hervir durante media hora un litro de agua con cinco dientes de ajo triturados.
Cuando la mezcla enfrió, la puse en una botella con pulverizador (si no la coláis, tendréis que sacudirla de vez en cuando porque los trozos de ajo taponan el tubo del pulverizador).
Ya he rociado la planta entera, asegurándome de que el envés de las hojas también queda bien empapado por la infusión de ajo.
En unos días, espero, veré los resultados.
Mientras tanto, y por no dejar, he colocado tres ortigas alrededor de las otras plantas aromáticas.
Se supone que éstas, al igual que la lavanda y el romero, deberían mantener alejados a los pulgones.
Veremos.
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