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NASA confirma la presencia de agua en la superficie de la Luna 

La NASA ha confirmado que hay agua en la superficie de la Luna, tras más de dos años de analizando las observaciones tomadas por el telescopio SOFIA.

Desde hace años se piensa que hay agua en la Luna, y hoy, 26 de octubre, la NASA ha confirmado que, en efecto, hay agua en su superficie. Tras más de dos años de analizando las observaciones tomadas, desde el 31 de agosto de 2018, por el telescopio SOFIA, la NASA ha publicado y confirmado que hay agua en la Luna.

Este descubrimiento, junto a otro trabajo que establece que el agua puede acumularse en unos 40.000 kilómetros cuadrados del satélite, demuestran que estos hallazgos tienen gran importancia para las futuras misiones tripuladas a la Luna.

La NASA anuncia que hay agua en la superficie de la Luna

Después de analizar las capturas del telescopio SOFIA en el 2018, que presentaban la lectura de unas emisiones de luz infrarroja con una longitud de onda que solo puede emitir el agua, declararon la presencia del elemento en la Luna. Hasta el momento, este es el único material en el satélite que podría emitir dicha onda, y este descubrimiento significa un hito para las misiones de la NASA que, se supone, comenzaran en el 2024, las cuáles incluyen el viaje de la primera mujer a la Luna.

El descubrimiento de SOFIA y el agua en la luna

Bajo el liderazgo de Casey Honniball, planetóloga de la Universidad de Hawái e investigadora de la NASA, el grupo apuntó al cráter Clavius, un boquete de más de 200 kilómetros de diámetro cerca del polo sur del satélite. La abundancia de agua en este cráter es de unos 200 microgramos por cada gramo de tierra lunar, un microgramo siendo una millonésima de un gramo. Por lo tanto, para poder extraer un litro de agua en la Luna, los futuros astronautas tendrían que juntar cinco toneladas de suelo.

Jorge Pla-García, investigador del Centro de Astrobiología, en Madrid explica que: “Aunque pueda parecer poco, hay que recordar que llevar un kilo de material a la Luna cuesta un millón de dólares. Hay que tener en cuenta que esta estimación es un límite inferior y además se trata de una estimación preliminar, pero incluso en este caso la explotación del agua a estas cantidades sería rentable para las futuras misiones porque traerla de la Tierra sería mucho más caro”. En otras palabras, poder acceder a este elemento en la Luna, resultaría más rentable para las misiones futuras.

Además, el estudio establece que el agua del cráter Clavius no está en grandes superficies de hielo puro, sino en pequeños depósitos acumulados entre la tierra o atrapados en cristales, que tocaría fundir para sacar el agua, producidos por pequeños impactos de asteroides. Esto indica que el agua, encontrada en esta última observación, está en la superficie y en lugares iluminados de la Luna, mientras que previamente solo se había detectado hielo de agua en zonas no iluminadas por el Sol. “La sonda Chandrayaan-1 ya detectó hielo de agua en los polos lunares en zonas no iluminadas por el Sol. Ahora presentamos pruebas concluyentes de que hay moléculas de agua también en las zonas iluminadas”, explica Casey Honniball.

Otro trabajo publicado el mismo día, se centra en las llamadas «trampas frías», zonas donde nunca llega la luz del Sol y la temperatura es de menos de 163 grados bajo cero. Liderados por Paul Hayne, investigador de la Universidad de Colorado, el equipo ha analizado los datos de la sonda lunar LRO de la NASA para calcular cuántas trampas frías hay en la Luna. Hayne resalta que «en estos depósitos, el agua helada se comporta como una roca y permanece estable durante miles de millones de años».

Por lo tanto, con este estudio se estima la cantidad de agua sólida acumulada en las trampas frías. “No sabemos cuánto grosor tiene el hielo en estos depósitos, pero si hacemos una estimación razonable vemos que solo las micro-trampas albergarían unos 1.000 millones de litros de agua”, explica Hayne.

Esta vez, se fijaron tanto en los depósitos grandes como en los de menor tamaño, llegando a un cálculo que muestra que los depósitos fríos de la Luna ocupan unos 40.000 kilómetros cuadrados. Además, estimaron que los depósitos más abundantes son los que están acumulados en torno a los dos polos de la luna y tiene un tamaño de apenas unos centímetros.

En cuanto a la utilidad del elemento en cuestión, Hayne señala que el agua de la Luna es igual a la de la Tierra y se podría beber, previamente filtrada pues puede contener mercurio y otros contaminantes. Sin embargo, asegura que esta sería una alternativa más factible para garantizar agua en futuras misiones, aunque “serían necesarias nuevas tecnologías para extraer esta agua. Podemos pensar en tractores robóticos que aren la superficie y extraigan el agua de los pequeños depósitos. Esto es algo muy distinto que tener que extraer el hielo de grandes cráteres en sombra perpetua y a kilómetros de profundidad”, asegura el investigador.

Lo que implica este descubrimiento

Dentro de las misiones de la NASA, una de las que ya anunciado es su intención de enviar astronautas al polo sur de la Luna a partir del 2024, haciendo bases en el satélite con grandes paneles solares que permitan iluminar el interior de los cráteres en sombra y extraer el agua acumulada en ellos.

El coordinador de exploración humana y robótica de la Agencia Espacial Europea, Didier Schmitt, asegura que estas «son muy buenas noticias» y explica que «en teoría, el oxígeno y el hidrógeno que contiene el agua se pueden separar para fabricar combustible para cohetes con los que se podría viajar de la Luna a Marte”. La Agencia Espacial Europea trabaja con la NASA y otros países para construir una estación espacial en la Luna, proyectando establecer bases permanentes en la superficie. Sin embargo, Schmitt recuerda que «es importante no dejarnos llevar por el optimismo y tener en cuenta que aún quedan muchos pasos intermedios que dar antes de poder siquiera comenzar a poner estos planes en marcha”.


Contacto:
Nina Alejandra Landazabal Pescador

Creativa y siempre con una mente abierta, Nina Landazabal es una artista integral con énfasis en Teatro Musical y especialización en Comunicación Social nacida en Colombia. Toda su vida ha estado inmersa en el mundo artístico y cree que al fusionar el arte con la buena comunicación se puede cambiar al mundo.

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